Pemex, el desastre en Papantla

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  • El derrame devastó un promedio de 25 hectáreas de cultivos; hay promesa de que Pemex indemnizará a los campesinos

Por José Martín

Papantla, Ver.- Un intenso olor a petróleo llena los pulmones cada vez que el viento sopla. Desde la copa de los cerros se observa una imponente mancha negra que tiene cubierto a decenas de árboles, cultivos y el suelo. Es una devastación ecológica impresionante.

Así, con estas palabras, describen los habitantes de la comunidad de Adolfo Ruiz Cortines, la fuga de petróleo que ocurrió el 2 de julio en el pozo número 223, ubicado en el campo Santa Águeda.

A lo lejos, dentro de la zona renegrida se escuchan maquinarias encendidas y se aprecia una torre de perforación que está sujetada con tiras de acero en sus extremos. A un costado, entre los árboles, se observa una enorme grúa de color amarillo, rodeado de unas pipas de la compañía Titsa que entran y salen del pozo para descargar miles de litros de crudo encontrados.

 

Sólo son visibles unas siluetas de color blanco, unos cascos y equipos de protección que portan los obreros encargados de las maniobras que hacen con las maquinarias para recuperar el crudo que se esparció en los alrededores, arrasando con todo a su paso, desde árboles, plantas y sembradíos agrícolas.

Camiones, tubos, fierros y hasta tanques de almacenamiento siguen completamente cubiertos de hidrocarburo, Las hojas de la vegetación están devastadas completamente; el olor es intenso, como una bocanada de ardor que irrita la garganta y los ojos que las personas que se acercan a más de un kilómetro.

Mientras una cuadrilla de trabajadores labora en el pozo petrolero, otros obreros se encargan de encauzar los escurrimientos de crudo que bajan del cerro hacia una presa que construyeron en la parte baja, entre los platanales, para contener los residuos de hidrocarburo que aún despide el yacimiento número 223.

La fuga ya está controlada, pero aún prevalece una pestilencia de petróleo a varios metros a la redonda.

Cavaban un nuevo pozo petrolero

Hace como 20 días, entre brechas y caminos de terracerías que conducen a la localidad, mejor conocida como “El Aguacate”, llegaron camiones y maquinarias pesadas que se adentraron entre sembradíos, cruzaron terrenos inhóspitos y cerros enverdecidos de árboles gigantes.

Desde las “fondas” o cocinas económicas, como les llaman en la comunidad, las mujeres escucharon las conversaciones entre los petroleros y trabajadores de una compañía que perforaban un nuevo pozo para extraer más petróleo y aumentar la producción que tenían con los otros yacimientos de los alrededores.

 

Casi un mes después ocurrió la desgracia. Y a diez días de la fuga, los habitantes de la localidad viven en la incertidumbre y la zozobra por los daños ecológicos y la devastación de sus cultivos que les dejó el “oro negro” que brotó durante nueve días consecutivos.

El agente municipal de la comunidad Adolfo Ruiz Cortines, Tomás Moreno San Martín declaró que el derrame devastó un promedio de 25 hectáreas de cultivos, entre huertos, naranjas, maíz, plátanos, potreros y manantiales.

En total son 26 campesinos que presentan afectaciones en sus parcelas, pero desconocen hasta cuánto ascienden las pérdidas económicas que les causaron. Están esperanzados en que Pemex los indemnice conforme a derecho.

En las partes bajas, entre las rancherías, otras familias permanecen sin agua debido a que el aceite escurrió a través de un arroyo que les suministraba el vital líquido, así como de unos manantiales que se ubican en las “faldas” del cerro donde ocurrió el desastre.

Hasta el momento, la comunidad tiene contabilizado que el crudo se mezcló y contaminó a tres pozos artesianos, el arroyo y un manantial de donde los pobladores obtenían el vital líquido.

Pero el problema se agravó durante los últimos días debido a que el hidrocarburo se extendió, por medio del afluente, hacia las localidades de Poza Verde, Carrizal, Puente de Piedra, Rancho Playa y algunas rancherías que se localizan rumbo a la costa papanteca.

Hasta apenas este lunes 11 de julio, los encargados de Pemex dialogaron con los pobladores de, “El Aguacate”. Se comprometieron a apoyar a la gente y limpiar la zona devastada, pero hasta este martes, los afectados no tenían agua ni para bañarse. “Esa agua era virgen y ahorita está contaminada, y ellos ahora carecen de agua, no les han traído nada de agua”, reprochó el agente municipal.

Es el tercer ecocidio en la comunidad

Con la fuga de petróleo ocurrido el pasado 2 de julio y que duró nueve días, se convirtió en la tercera ocasión en que los habitantes sufrieran un desastre y una devastación ecológica en Adolfo Ruiz Cortines.

El caso más reciente era de hace unos 20 años atrás, y en aquella ocasión, las autoridades evacuaron a las familias de la zona rural para salvaguardar la vida de las personas.

El señor Tomás Moreno San Martín recordó que, en los años 1975, ocurrió una catástrofe provocada por Pemex; en aquella ocasión, se confirmó el fallecimiento de varias personas.

Extraoficialmente les informaron del fallecimiento de unos 12 individuos que se encontraban dentro y cerca del pozo número 10, adscrito en el Campo Petrolero Santa Águeda.

También hubo pérdidas de sus cultivos, arroyos, pozos artesianos y manantiales. A pesar de las afectaciones, los vecinos de ese lugar jamás recibieron indemnización alguna por parte de Petróleos Mexicanos.